sábado, 29 de octubre de 2022

El camino (no es) fácil

Hace exactamente un año, el 29 de octubre de 2021, me sometí a una operación para mejorar mi calidad de vida antes de que, en cualquier momento, decayera. Yo solía vivir una vida conformista y miserable dónde pensaba que no valía la pena esforzarse por nada y realmente nunca pensé vivir un cambio en mi estilo de vida a mis 30 años. No estaba en mis planes, ni siquiera pasó por mi mente ni una sola vez antes de que se volviera realidad, cuando menos lo esperaba estaba sentada en urgencias con una de mis amigas más cercanas esperando a que me mandaran llamar a quirófano. 

Pero la historia no comienza ahí, la historia de esta operación y su impacto en mi vida inicia en junio, poco después de que dejé un trabajo que me acabó emocionalmente y físicamente me destruyó. Sin tener ni idea de lo que seguía en mi vida, mis días se iban leyendo mangas, jugando gbf y recobrando mi relación con mi mejor amiga, la depresión. Fue un día que mi hermana estaba viendo fb que encontró el post de una conocida suya y me dijo: ¿no quieres bajar de peso? 

Yo, sin deberla ni temerla, simplemente contesté vagamente: sí, ¿por qué no? No estaba ni siquiera en mis planes, ni estaba convencida de eso, ya había intentado hacerlo muchas veces sin éxito, no dolería no lograrlo otra vez. Simplemente fue un: a ver qué pasa. Y esa vaga contestación fue suficiente para que mi hermana enviara un correo al departamento de bariatria con toda la información que solicitaban.

Fueron aproximadamente dos semanas en las que no tuvimos respuesta, inclusive se me había olvidado y seguía con mis mismos excesos de siempre. Había sido una idea muy vaga, ni siquiera una meta, no era nada importante en mi vida. Y cuando menos lo esperaba, recibimos un correo con una fecha para ir a consulta, ya en julio. Recuerdo que antes de ir tuve un último fin de semana dónde comí mucho; maruchan, chocolate, una paleta magnum y no recuerdo que más mugreros me llevé con gusto a la boca. Algo que de recordar, siento escalofríos. 

En la primera consulta, mi hermana me acompañó hasta encontrar el consultorio pero no se quedó conmigo, me quedé sola en la sala de espera, rodeada de niños del área pediátrica que estaba justo cruzando un pasillo. Sentada en esas sillas esperé hasta que salieron del consultorio y me dieron instrucciones para sacar un expediente en el hospital, así como también me proporcionaron unas hojas para rellenar con mis datos y la comida que había ingerido el día anterior. Agradecí que mi último atracón había sido el fin de semana y no un día antes, pero ahora que lo considero, igual la forma en la que comía antes podía considerarse como un exceso aunque para mí fuese normal. Cuando finalmente terminé de realizar todo, volví a pensar si estaba haciendo lo correcto. No me gusta que la gente me juzgue, yo soy la primera que sabe cuán mal esta y soy la primera que sabe que no tiene caso. Y en medio de esos pensamientos, tocó mi turno. 

Pero no entré sola, me pasaron junto con otra persona a la que, a la fecha, no tengo idea de si siguió el tratamiento. Sin embargo, creo que haber pasado junto a esa señora fue algo que me ayudó a desinhibirme sobre el estigma que tenía sobre esto llamado obesidad. Aprender que no eres la única persona que batalla con su peso y su cuerpo es algo que no ves todos los días. Es cierto que puedes ver a personas de todos tipos y formas en tu vida diaria, pero nunca ves la lucha, no eres consciente de eso. Incluso hay personas que te transmiten con sus acciones lo conformes que están, aquí mi antiguo yo puede ser el mejor ejemplo. Regresando a la consulta, lo primero que se nos explicó es que la operación bariátrica no es una operación estética sino un tratamiento permanente para luchar contra la obesidad y que uno debe poner mucho de su parte para que sea un éxito. Inmediatamente después, se nos pesó y sacó el IMC. A estas alturas hay mucho debate sobre la importancia del índice de masa corporal en el tratamiento y control del sobrepeso y la obesidad, debido a factores como la genética, sin embargo, en mi caso mis doctores únicamente lo han tenido como referente para saber en qué tipo de índice me encontraba en aquel momento, saber cómo proceder y también para ver cómo avanza la pérdida de peso conforme a los meses pero esto lo sabría hasta mucho después. Una vez que el IMC fue determinado, nos indicó que para poder acceder a la operación bariátrica era importante bajar un 10% del total del peso que teníamos en ese momento. En cuánto me dijo cuánto debía bajar me pareció algo imposible de lograr y di por perdido cualquier avance. Inmediatamente después, en nombre de la nutrióloga que se encontraba ausente, la bariatra nos dio una dieta rigurosa e instrucciones de su parte para realizar ejercicio, 7000 pasos al día y 30 minutos de ejercicio, añadiendo 1000 pasos cada semana. Aquí se me nubló un poco más el panorama porque estábamos con covid para ir al gimnasio, la casa es pequeña para hacer ejercicio y ¿dónde podría ejercitarme? También era imposible. O ese fue mi pensamiento en aquel momento. Acabó la consulta más rápido de lo que pensaría y terminé con la tarea de realizar un diario de alimentos con el menú que nos había dado, algo que me parecía una tontería, pero que luego me ayudaría a comprender que me puedo llenar sin necesidad de comer de la forma en la que comía antes. Pero mi aventura en el hospital no acababa ahí, tenía que esperar a la psicóloga y para eso faltaban dos horas. 

Antes de avanzar más, quiero explicar una palabra y sus derivados que he estado utilizando con frecuencia: bariatría. Para quienes no estén familiarizados, es la rama de la medicina que se ocupa de tratar a la obesidad como una enfermedad, considerando causas, prevención y tratamientos como parte importante de la misma. Sé que estamos mal acostumbrados a pensar que los nutriólogos son únicamente quienes se encargan de eso cuando queremos bajar de peso, sin embargo, tanto la rama de la bariatría como la nutrición más la psicología son parte importante de este proceso. Y hablando de psicología, sigamos con la remembranza de mi primera consulta. 

Creo que algo importante que me hizo sentir cómoda fue que la psicóloga me escuchó atentamente a todo lo que yo tenía que decir, los complejos que tenía con mi cuerpo, los sentimientos que me generaba, el background de mi vida. No me juzgó ni me hizo sentir mal por haber recurrido a la comida cuando estaba triste, aburrida o cansada de vivir. Honestamente, terminé llorando esa sesión pero terminé entendiendo cosas que ni yo misma me había puesto a pensar. Fue una catarsis que no había esperado pero que necesitaba para seguir adelante. Y también salí con tarea, otro diario, pero ahora de sentimientos respecto a cómo me sentía con este cambio. Honestamente, salí derrotada de la sesión, pensé que no sería candidata a nada por ser tan inestable emocionalmente, pero tampoco me iba a deprimir por eso, la siguiente consulta tenía fecha para agosto, algo podía hacer. 

Y aquí empieza lo bueno, porque inicié la dieta de forma inmediata y eso incluyó crearme horarios para comer y dejar de desvelarme con tal de cumplirlos. Al mismo tiempo, empecé a bailar videos de Just Dance que me encontré en Youtube, idea de mis sobrinas en cuánto les dije que no sabía qué hacer. Fue todo un cambio que realmente no me llenó de angustia contra todo pronóstico. Me llenó de esperanza, quizá podría cambiar y, lo mejor, por mi salud. Porque, honestamente, nunca fue mi intención ser delgada, sino ser saludable, sentía que la diabetes me estaba respirando en la nuca desde hace años aunque todos mis laboratorios en años anteriores hubiesen salido perfectos. 

Bajé diez kilos en un plazo de un mes. Me asombré en cuánto me lo dijeron y me felicitaron completamente. Cambiaron mi dieta estricta por una guía que me enseñaba la forma en la qué y cuánto podía comer. Sin embargo, todavía no llegaba al 10% requerido para la operación y, honestamente, me daba miedo llegar. En cuanto me tocó sesión en psicología, sentí una felicidad auténtica en la psicóloga en cuanto le conté que bajé diez kilos y me confesó que algo que le había impresionado de mí fue que le dije que cuando yo me proponía algo, lo lograba y lo estaba demostrando. Me sentí capaz de hacer todo. Suspendí el diario de sentimientos bajo la supervisión de la psicóloga al darse cuenta que realmente no sentía ningún dolor, angustia o tristeza por no comer lo de siempre, no sentía absolutamente ninguna dependencia a la comida, comía por gusto, no porque fuese esclava de la comida. Y eso me dio paz. La siguiente consulta era en Octubre, quizá podía bajar los kilos que me faltaban si me esforzaba. 

Septiembre pasó con la misma actitud de agosto, la única diferencia fue que dejé de bailar just dance para ponerme a caminar mientras veía dramas en netflix. Si iba a hacer la misma cantidad de tiempo bailando que caminando pues, podía aprovechar y ver la larga lista de cosas que tenía que ver en netflix. Y grande fue mi sorpresa al ver que tenía cuatro dramas que iban a quitar de netflix el 30 de septiembre, así que literalmente, mi regreso a ver dramas fue completamente ligado con el ejercicio que terminé haciendo durante dos horas para cuando volví de nuevo a consulta. Sin embargo, debo ser sincera, hice trampa algunas veces, algunos días comí mucho más de lo que estaba costumbrada y aunque sí tenía culpa, no quería tenerle miedo a comer, no quería tenerle miedo al pastel de mi cumpleaños, no quería tenerle miedo a los guisos de la noche mexicana, no quería tenerle miedo a la carne asada del cumpleaños de mis primos. Quería saber que podía seguir este régimen alimenticio sin tenerle miedo a la comida y, honestamente, esta herramienta misteriosa me ayudaría más adelante (no me demanden pls). 

No fue mucha mi sorpresa cuando en consulta solo había bajado 5 kilos. Me regañaron, no por haber comido más, sino porque no elegí la opción más saludable porque comí una gordita de chicharrón prensado en mi cumpleaños y no me regañaron por comer la gordita, sino porque elegí la de chicharrón y es más grasosa que una de huevo, por ejemplo. Aquí entré en shock porque para mí las gorditas son algo que no se comen a menudo y gastar tu dinero en una gordita de un ingrediente que te puedes hacer en la comodidad de tu casa es medio menso, pero comprendí a que se referían después de meditarlo mucho (gordita de chicharrón, you did nothing wrong).

Aún así, con todo y el regaño, ya había bajado el 10% total que debía bajar (no voy a decir cuánto me faltaba, lo dejo a su imaginación). Y así, el trámite de la operación empezó con el llenado de muchos formularios y yo los llené de forma autónoma junto a mi hermana mientras esperaba por la psicóloga. Estaba nerviosa, no podía estar pasando, no, yo no quería la operación pero parecía ser la única solución a lo que yo ya aceptaba como mi enfermedad. La dualidad me invadió, yo no quería operarme pero tampoco quería seguir enferma. Para este entonces yo ya había aceptado que lo que consideré mucho tiempo solo unos "unos kilos de más" eran las consecuencias causadas por malos hábitos heredados de mis padres y también los que yo misma adopté. Todas las veces que comía entre comidas porque estaba triste, deprimida, ansiosa o porque yolo me estaba perjudicando y no lo sabía. Y solo me convencí de que la obesidad es una enfermedad cuando investigué a fondo lo que la obesidad era junto a sus enfermedades relacionadas, algo que la psicóloga me había encargado hacer como tarea para esta sesión. Así pues, convencida de que hacía lo correcto, terminé de entregar toda la papelería a la bariatra y luego esperé a la psicóloga con mil cosas dando vueltas en mi cabeza, estaba convencida de la operación pero tenía la sensación de que si me operaba era irme por el camino fácil.

En la sesión hablé con la psicóloga, quién me aseguró que la operación no es hacer trampa en la pérdida de peso, al contrario, es un procedimiento que me ayuda a llegar más pronto a la meta de estar saludable. Y lo creí completamente porque justo eso se había vuelto cierto, lo que había iniciado como algo sin razón de ser, ahora era una meta, mejorar mi cuerpo se había vuelto mi meta. Aparte, me comentó lo normal que es el bajar tanto peso de golpe y bajar menos una vez que tu cuerpo se acostumbra tanto a la comida como al ejercicio. Pero no saben cuán aliviada me sentí cuando le conté lo que comí en mi cumpleaños y no me regañó, me dijo que es completamente normal comer un poco diferente en ocasiones especiales y que mientras me siga manteniendo fiel a mi dieta y ejercicio no hay porque temer a la comida que comes de vez en cuando. 

Entonces todo empezó, estaba lista para pasar con el cirujano bariatra y saqué cita para finales de octubre, en específico el 28. Es importante mencionar que esta consulta fue hecha a inicios de octubre, el 4. Pero, seguro se preguntarán por qué es importante. Bueno, no sé si recuerden el inicio de esta entrada, me operaron el 29 de octubre y, no, no me operaron de un día para el otro. Esta historia aún no acaba.  

Resulta que a mediados de octubre, un viernes, se comunican conmigo del hospital y me dicen que me presente el lunes con distintos laboratorios, una radiografía y un electrocardiograma, me podían operar a final de mes. Ahí andamos en chinga buscando laboratorios que trabajen en sábado y resulta que solo encontramos para exámenes sanguíneos. Hablé con las personas del hospital y me dicen que no importa, que vaya con todo lo que pueda para que el cirujano determine si soy una candidata apta. El lunes llega y soy la última en atender, el cirujano me pasa al consultorio, se presenta, revisa mis laboratorios, dice que soy perfecta para la operación, me da una orden para que en el mismo hospital me realicen todo lo que me falte y me da instrucciones para sacar cita con el internista y con él de nuevo para el jueves. Llega el jueves, llego al hospital como a las once de la mañana para ir por el electro a urgencias, después para imagenología y finalmente, me quedo esperando en la sala de espera unas tres horas, hasta que voy a confirmar con las enfermeras del turno vespertino que he llegado a consulta y de ahí, la espera es más rápida. Es el internista quién lee mis laboratorios y los interpreta para el cirujano y en cuanto él ve lo que han escrito, me dice que en definitiva me opera la siguiente semana. 

Al día siguiente tengo que volver al hospital porque hay una reunión con las demás personas que van a operar durante la jornada de operaciones, nos dan a conocer los medicamentos que debemos comprar, la prueba covid que tenemos que hacer, nos piden hacer cita en donación de sangre, el inspirómetro que debemos comprar, las medias de compresión para evitar trombosis que debemos utilizar y la dieta líquida que debemos llevar dos días prior a nuestra operación. Y aquí empieza una semana super estresante que me llevó a niveles de ansiedad que no conocía cuando no encontraba donadores de sangre y peor aún cuando me rechazaron a mis donadores, situación que se arregló el mismo día de la operación gracias la mamá de una buena amiga y a un amigo de mi hermana. 

Para esto debo aclarar que esa semana fue un momento realmente raro, estaba muy en paz, en calma, pero estaba nerviosa aunque no asustada, tenía más miedo del dolor de las heridas que de otra cosa. Igual aproveché para hablar con las personas que me importan y explicarles lo que estaba por suceder, igual a mi crew de gbf le dije que iba a estar un poco ausente por la operación. El día esperado llegó, arribamos al hospital mi hermana, mis amigas y la mamá de una de ellas, llegamos directamente al departamento de donación de sangre, después mi hermana se tuvo que ir por mi otra donación y tuvimos que dejar a mi amiga y a su mamá en la sala de espera porque a las 8 en punto tenía que estar en urgencias con mi persona responsable. 

Llegamos a urgencias, llevaba mi mochila con todo lo que necesitaba y nos quedamos un momento ahí, hablando de la vida. No estuve nerviosa porque estuvimos juntas y porque mis demás amigos estaban por chat dándome ánimo. Terminamos incluso bromeando porque pensaron que éramos novias cuando me estaban ingresando, fue algo que realmente me hizo olvidar que me estaban por intervenir, siempre le había temido a las operaciones y, según yo, nunca me operaría por mi propia voluntad. Sin embargo, quienes me animaron a esperar impaciente que me llamaran a quirófano fueron dos personas. La primera de ellas fue un ex-compañero de preparatoria que trabaja en el hospital y a quién no había visto en aproximadamente trece años; me reconoció de inmediato y me preguntó preocupado la razón de mi visita al hospital, honestamente, tenía un poco de miedo de contarle a la gente pero me animé a decirle porque era una persona que a diario trataba con pacientes y en cuanto se lo dije no me juzgó, al contrario, sonrió y me apoyó. La segunda persona fue una enfermera que cuando supo a qué operación iba me contó muy animada que ella había pasado por lo mismo, se había sometido a la misma operación y ahora ella estaba mucho mejor. Ambas pláticas, aunque cortas, hicieron que la parte de mí que tenía miedo se convirtiera en anhelo. Me comían las ansías, ya quería que el proceso de la operación terminara. Y cuando menos lo esperé, me pasaron a quirófano. 

Mi amiga, quién me cuidó durante este tiempo, me aseguró que me llevaron de urgencias a las dos de la tarde, sin embargo, de ahí no me llevaron a quirófano, si no al área de recuperación dónde esperé un poco a que estuviera listo. No sé cuanto tiempo duré ahí, había un reloj en la pared pero no alcanzaba a verlo, no podía pasar con lentes y soy miope. Así que el tiempo dentro del área de recuperación y quirófano es un misterio para mí. Sé que cuando me llevaron a quirófano el anestesiólogo se presentó pero lo único que recuerdo es que cumplimos años el mismo día. También sé que escuché completamente una canción U2 y que cuando sonaba Like a Prayer de Madonna - casualmente mi canción favorita de ella - perdí la conciencia. De ahí en más no sé qué pasó, sólo sé que desperté a las 6:30 de la tarde en el área de recuperación y lo sé porque pregunté, el reloj en la pared seguía borroso para mí. Quería seguir dormida pero no me dejaron, estaba muy a gusto por la anestesia, no sentía absolutamente nada.  

Me pasaron a piso a las 7 de la noche y en cuanto vi a mi hermana sentí que todo estaba bien. Para ser sincera, recuerdo poco de esa noche, sé que pasaron cosas pero no recuerdo el orden. Sé que caminé cada hora 5 minutos y usé el inspirómetro cada hora también; además comí hielo en raspa después de no haber probado bocado en todo un día completo y que también publiqué un "I lived bitch" en twitter y hasta lo mandé a mi crew. Estaba convaleciente y solo recuerdo más o menos de lo que pude tener prueba al día siguiente. Ese día una amiga de mi hermana se quedó cuidándome toda la noche, la única noche que pasé en el hospital, pues me dieron de alta al día siguiente.

La recuperación fue un proceso lento y en el que no se podía descansar.  Entre ejercicios físicos con el drene todavía puesto, la toma de proteína bebible especial para pacientes bariátricos, la dieta líquida con bebidas frías, el uso del inspirómetro, mis pequeñas cicatrices todavía expuestas y sus cuidados, los medicamentos que tuve que tomar a diario, todo parecía ir especialmente lento. Pero esperaba cada viernes con ansias porque era el cambio de dieta. Durante dos semanas me mantuve con dos diferentes dietas liquidas, después vino mi menos favorita, la dieta de papilla y para la cuarta semana finalmente cambié a sólidos picado finamente. La quinta semana fue el último cambio de dieta semanal antes de consulta con nutrición, para esto podía comer solidos sin necesidad de picarlos y debía comer llevando un orden: proteína > verduras > carbos. He de decir que durante el mes que duró esta etapa no consumí casi nada de carbohidratos, no sentía las ganas de comer los alimentos que tenía permitidos y cuando los comía sentí que me llenaba demasiado rápido. 

Para mi siguiente cita con el cirujano, efectuada en diciembre, yo ya caminaba 30 minutos consecutivos diarios, seguía con mis ejercicios del inspirómetro, la proteína bebible especial para bariátricos y había empezado con el uso de vitaminas suplementarias para evitar deficiencias como la pérdida de cabello (y a este momento debo decir que nunca se me cayó, al contrario, me creció demasiado). Además, tuve que llevar nuevos laboratorios y al revisarlos, mi cirujano estuvo muy contento con mis resultados. Para esta cita yo ya llevaba aproximadamente 11 kilos menos desde la última vez que me habían pesado justo antes de la cirugía. Entonces recibí nuevas instrucciones para los ejercicios físicos aumentarlos de media a una hora y más laboratorios para checar cómo seguía evolucionando. La siguiente cita con él era en febrero. 

Pero mis visitas al hospital no se iban a detener ahí, en enero tenía una consulta aparte con el equipo multidisciplinario: bariatría, nutrición y psicología. Ahí me cambiaron la dieta a una más o menos similar a la que tuve antes de la operación, ya podía regresar a los alimentos que comúnmente hay en casa y mezclar proteína + verduras + carbo +grasas y finalmente me puedo apegar a un horario de consumo que no es dependiente del tiempo en el que me tardo comiendo, ya que desde que volví a comer solidos como en intervalos de 10 minutos para seguir la instrucción de tardar una hora en cada comida. Salgo de consulta con una nueva cita para abril. 

Todo este cambio hace que vuelva a consumir con la misma normalidad de antes pero yo ya me sentía satisfecha con mucho menos y, aún así, me tardaba más en comer. El mejor ejemplo fue ese día que salí de la consulta, durante la cena decidí comer un hot dog ya que era un alimento que podía consumir al tener proteína (salchicha), verdura (tomate y cebolla), carbo (pan) y grasas (mayonesa). Llegué a la mitad y mejor lo guardé porque no me cabía más. Debo decir que hoy en día ya puedo comer un hotdog entero sin problema y con eso es suficiente. Pero quiero mencionar que un año antes, durante 2021, llegué a comer cuatro hotdogs y todavía tenía hambre, todavía no alcanzaba la saciedad, un hecho que ahora me parece increíble pero fue parte de mi vida durante muchísimos años, una realidad de la cual me he librado y a la que realmente no deseo regresar.

Si me siguen en twitter habrán leído que me sometí a una operación, pues bien, no planeo ocultarlo aunque, debo decir, tampoco he sido completamente transparente acerca del procedimiento al que me sometí. En primer lugar quería ser completamente sincera con todo el proceso que viví durante un año y en segundo, no quería que mi personalidad se volviera "me hice una manga gástrica". He visto mucha gente en internet cuya personalidad se convierte en eso y únicamente hablan de su historia, de su peso, de sus comidas, de sus consultas y todo lo relacionado a su operación bariátrica. A mí, honestamente, eso no me gustaría para mi persona. No porque no pueda sentarme a platicar mi experiencia - a decir verdad eso estoy haciendo en este escrito-, sino porque no soy la persona adecuada para hablar de una manga gástrica, soy un paciente que ni siquiera está dado de alta todavía y que acude a chequeos cada cierto tiempo, un paciente que sólo conoce lo que le han permitido los doctores y lo que su cuerpo necesita. Eso es lo que soy y no quiero que nadie me conozca como "La que se hizo la manga". Sí, me he hecho una operación, pero soy más que eso, la manga es la herramienta que me ha ayudado en el proceso y solamente eso. Lo primero que me operé no fue el estómago, fue el cerebro. 

Aunado a lo anterior, mucha gente realmente dice y piensa que las operaciones bariátricas son algo fácil y que es el camino fácil para bajar de peso, spoiler: no lo es. Es un compromiso que haces con tu cuerpo. Habrá gente que diga que este tipo de operaciones está de moda. habrá otra más que dirá que la gente que se opera son flojas que no quieren hacer ejercicio. Es muy fácil hablar sin tener conocimiento de causa, muchos pacientes bariátricos tienen enfermedades que se revierten una vez que la operación se ha hecho, compañeras que sufrían hipertensión o diabetes ahora ya no, es una operación que aumenta la calidad de vida, no es una operación estética y el exceso de piel en muchos pacientes bariátricos es prueba de ello. Es imposible que las personas que denigran a las que se operan consideren todo el proceso psicológico y físico que un paciente tiene que llevar para aceptar poco a poco su cuerpo. Para ser honesta, es fecha en la que veo mi cuerpo esquelético en el espejo y luego volteo a verme hacia abajo y no entiendo cómo puedo verme delgada y gorda al mismo tiempo, es una dismorfia corporal que nunca había experimentado y que tengo que tratar mediante la aceptación de mi cuerpo, un proceso que nunca creí que pasaría está sucediendo. La manga gástrica fue para mí un cambio drástico pero necesario para estar saludable y me toca a mí trabajar con mi cuerpo y mente para estar conforme con él de la forma en la que nunca pensé que estaría. Pero así como hay dedicación al inicio, tienes que mantenerte porque si no corres el riesgo de tener una reganancia y pues, al menos a mí no me gustaría que me hayan cortado el estómago de oquis. 

Aquí hago una pausa para explicar que existen diferentes tipos de cirugía bariátrica, sin embargo, sólo explicaré la que me hicieron, en parte porque la conozco, en otra parte porque estoy harta de leer gente decir: "Quiero que me pongan la manga gástrica" cuando NO SE PONE. Perdón, me exalté. El estómago humano tiene una capacidad máxima de 5 litros, se estira de acuerdo a lo que comas. La manga gástrica es una operación laparoscópica dónde te hacen pequeñas incisiones gracias a las cuales te pueden recortar el estómago para dejarte una capacidad máxima de 500 ml. Sé que suena un poco aterrador pero es una operación bastante segura. Les invito a ver el siguiente video para que vean cómo se realiza el procedimiento, no lo inserto en la entrada porque solo es posible verlo en youtube debido a la restricción de edad por el contenido sensible. 

Fin de la pausa, prosigamos con la consulta que tuve en febrero con mi cirujano. Llevé de nueva cuenta mis laboratorios y le dejé saber que sigo con mis vitaminas, mi proteína bariátrica, el ejercicio y el único problema que he tenido ha sido reflujo. Me recetó medicinas y me dijo que si no mejoraba en un mes tenía que hacerme una endoscopía para ver qué onda, pero que fuera de eso la evolución que he tenido ha sido muy buena. Tbh, creo que estaba más contento él que yo. Mi siguiente consulta con él era en marzo para ver cómo seguía del reflujo, se me quitó con los medicamentos, todo bien, él super encantado y yo feliz. La siguiente fue en mayo. El reflujo volvió al terminar el tratamiento. Me solicitaron una endoscopia a mediados de junio y fuera de la esofagitis que me causó el reflujo, todo estaba bien. Para quién no sepa qué es una endoscopia, es un procedimiento dónde meten una camarita a través de la boca para ir viendo la parte interna superior del aparato digestivo, no sé a los demás, pero a mi me anestesiaron y no recuerdo nada. Después de esto, me recetaron medicamentos hasta mi cita en agosto en dónde salí muy bien. Estaba muy feliz con mi cirujano hasta que, una semana después de mi cita, de repente me entero que ya no está atendiendo en el programa que estoy participando. Debo decir que me sentí un tanto desconcertada y triste, apreciaba mucho al doctor. Sin embargo, ya tengo una nueva doctora asignada, me toca conocerla en noviembre y estoy un tanto emocionada aunque sea por poco tiempo porque, hasta dónde, estoy a unos meses de ser dada de alta por el equipo multidisciplinario. 

Y hablando del equipo multidisciplinario, les vi en abril, junio y ayer, octubre 28. Básicamente las reuniones eran para lo mismo: ver cómo iba mi pérdida de peso y mi estado físico y mental. Debo decir que no fue hasta estos últimos meses de septiembre y octubre que noté que la dismorfia corporal que sufro -me cuesta trabajo aceptarme como mujer y yo solo quiero ser un ente chilling en el espacio-  empezó a evolucionar en algo diferente y a convertirse en algo que me estaba afectando el proceso. Sé que lo mencioné antes en esta entrada, pero debo hablar bien de ello porque fue algo que no existió todo el tiempo, simplemente se fue dando y de repente ya me veía gorda de las piernas, muy esquelética del torso, muy gorda de los brazos y muy esquelética de las manos, a veces todo al mismo tiempo. Esto que estoy viviendo es un proceso que, si no me va bien, va a necesitar ayuda externa de un psicólogo y, considerando mis ataques depresivos y ansiosos, hasta de un psiquiatra. Pero actualmente trato de enfocarme en un proceso de aceptación al cambio, no es nada fácil acostumbrarte a un tipo de cuerpo durante 25+ años porque en definitiva no puedes cambiarlo y a tus treinta darte cuenta que siempre sí podías cambiar solo necesitabas ayuda porque tu cuerpo por si solo no podía; es un proceso algo lento y tardado, pero de lo que estoy segura no me voy a escapar. Si alguna vez acepté el cuerpo gordo de mujer, puedo aceptar el cuerpo delgado de mujer. Simplemente necesito tiempo.

Creo que con esto abarco a grandes rasgos todo lo que ha sido este proceso para mí hasta este momento. Quizá el siguiente año no hable de él y dentro de unos años tampoco. Esta entrada es para celebrar el año porque, honestamente, nunca pensé vivir esta experiencia y justo este día he llegado a una pérdida de peso del 94% del peso que tenía excedente. Dice la bariatra que una operación exitosa es aquella que llega al 50%, pues yo casi llegué al 100%, estoy simplemente excedida 3 kilos de mi peso ideal. Considerando que he bajado 41 kilos después de la manga gástrica y un total de 60 kilos desde que empecé mi tratamiento bariatrico a la fecha de hoy, creo que me ha ido bien.

Sinceramente, a veces me quedo pensando en la nada y digo: caray, tengo unas grapitas de titanio en mi estómago. Otras veces sigo sintiéndome obesa aunque haya bajado más de 6 tallas de ropa y mi peso esté ahora en dos cifras. A veces pienso que quizá los traumas de la niñez nunca se irán ni los maltratos por mi físico desaparecerán. Y no hablo de las personas que me lastimaron, sino de los maltratos que yo misma me hice al describir mi cuerpo como "parezco rotoplas", "me veo como tamal mal amarrado", "estoy tragando como cerdo", "voy a comer más, total yolo". Un sinfín de cosas que fueron mermando mi autoestima poquito a poquito y que, como todo, fue desencadenado por una sociedad dónde era fácil escuchar burlas por el físico. Porque yo fui la morra que le decían "que era la novia de fulanito", "la que le gustaba a fulanito" solo para molestar e incomodar a fulanito; la morra que escuchaba las burlas de otras chicas delgadas que pensaban no hablaban en voz alta; la morra que fue al doctor por un esguince de tobillo y salió con un diagnóstico de que debía bajar de peso sin que le checaran el tobillo en lo absoluto; la morra que escuchó a una niña preguntarle a su mamá "¿por qué existen personas como ella?"; la morra que fue señora desde los doce años. Fui violentada tantas veces en esta sociedad que aprendí a violentarme y la dismorfia corporal que sufro es consecuencia de ello, el trauma más grande me lo he hecho yo misma por pensar que soy inmunda y toca hacer lo posible por hacer las paces conmigo misma, algo que sin un cambio mental de mi parte, no hubiera considerado siquiera, porque este proceso de sanación quizá lo llegué a tener con menor intensidad cuando estuve gorda pero nunca pude tener la entereza que ahora tengo porque te vuelves frágil y tu entereza se destruye en un santiamén. 

No es fácil pero cada vez me voy a cercando más a la meta, recuperando mi amor propio, mi vitalidad y me voy alejando de las enfermedades que pude haber contraído de seguir con un estilo de vida que no me convenía. No miento cuando digo que me operé el cerebro, quizá no fue una psicocirugía, pero fue el cambio de mi mentalidad lo que hizo posible todo esto. Si yo no hubiera decidido aceptar el reto de bajar el 10% de mi peso total, quizá yo no estaría hoy aquí. Recuerdo que cuando el cirujano me vio por primera vez me preguntó por qué quería operarme y contesté francamente que hay antecedentes de diabetes, hipertensión y cáncer en mi familia directa y no quiero vivir lo mismo que ellos, quiero una mejor calidad de vida durante el tiempo que esté viva. Y ahí, supe que mi determinación no era verme "bien", sino estar bien. Actualmente que me vea delgada no es para mí otra cosa que un efecto colateral que a huevo tiene que suceder. 

Amable lector, lamento si me he explayado con este tema más de la cuenta y agradezco que haya tomado su tiempo para leer esta experiencia. Sea que haya dicho "awebo chismecito" o haya hecho click porque le dio curiosidad, no voy a decirle que siga mi ejemplo. Considero que cada persona sabe qué hacer o no hacer por su salud y así como yo soy responsable de mi vida, usted es de la suya. Quizá lo único que me atrevería a sugerir es ir a un especialista de la salud si usted considera que es necesario un cambio en su vida por su salud y no ha visto resultados cuando lo ha intentado usted solo. Recuerde que yo soy fiel partidaria de hacer lo que se nos de la chingada gana porque eso es perfecto.

Por último hay algo importante que quiero decir. Yo no hubiera logrado llegar aquí si no hubiese tenido el apoyo de la gente que me rodea; mi familia, mis amigos y los especialistas que me atendieron fueron de vital importancia en todo. Todos han sido relevantes en este proceso. Y claro que no me olvido de mi pareja, quién siempre apoyó incondicionalmente las decisiones que tomé, quien nunca pensó que tenía decisión sobre de mi cuerpo solamente porque somos una pareja. Este proceso no es solo mío, lo voy logrando gracias al apoyo de todos mis seres queridos que me acompañan, porque nunca se camina solo y no es nada fácil un proceso que durará toda una vida. 

PD: Si les gustó mi forma de escribir lean mi novela, que está igual de buena (?) /fin de la publicidad.

domingo, 20 de marzo de 2022

Escalate

La escuela de bestias recibe a un estudiante lagarto. Al ser el primero de su especie causa fascinación ante los demás alumnos quienes terminan rodeándolo y atiborrándolo de preguntas. Con recelo los observa un gato, quién piensa en lo estúpidos que son sus compañeros por pensar en él como la novedad solo por ser un lagarto y está seguro de que todo acabará en cuanto encuentren algo más interesante, algo en lo que no se equivocó. Un día, a punto de ir a casa, el joven gato se da cuenta que olvidó algo en el salón de clases y le dice a su amigo zorro que lo espere en la entrada. Al llegar al salón de clases encuentra al lagarto dormido sobre su pupitre y se acerca a observarlo por mero instinto, al igual que sus compañeros, él nunca antes había visto un lagarto de cerca. Entonces, sin pensarlo, gato acerca su pata a las escamas brillantes de la cola del lagarto y en cuanto comprueba la suavidad de ellas, la voz del lagarto lo llama y le pregunta que qué hace. Atrapado, gato trata de cambiar el tema pero lagarto no lo deja y justo cuando gato trata de dar una excusa, lagarto lo interrumpe y le dice que está bien si es él, así pues, gato vuelve a tocarle la cola y tímidamente lagarto pregunta si puede tocársela también. En cuanto gato accede, una serie de reacciones que ninguno de los dos esperaban, suceden.

jueves, 17 de marzo de 2022

Yasha

En una remota isla los habitantes comienzan a enfermar del sistema respiratorio, siendo algo tan feroz que termina causando la muerte de toda la población. No se sabe a ciencia cierta cuál es la causa de esto, sin embargo, podemos intuir que es a través de unos periquitos. Con el propósito de buscar respuestas y una cura, cierta junta directiva decide que lo mejor es contactar a un científico de Neogenesis, cuya sede se encuentra en Estados Unidos. Con el propósito de analizar el virus, Arisue Sei arriba a las instalaciones de la Universidad Rakuhoku. Casualmente, en ese mismo momento, Nagae Moichi, un chico ciego que tiene la capacidad de escuchar sonidos arriba de 30 khz se encuentra explicándole a una científica la forma en la que él y su amigo solían comunicarse cuando eran niños, ya que los dos tenían el oído desarrollado; usando un silbato, hace los sonidos en clave que ambos utilizaban y, Sei, quién está presentándose ante los científicos de su investigación, reacciona y sale corriendo demostrando que no solo tiene un oído extraordinario, sino también una velocidad que no equipara la de un humano común. En un reencuentro emotivo, Sei se reune con Moichi luego de años de estar separados debido a un evento dónde abdujeron a Sei del lado de su madre y dónde él la dio por muerta. Pero esto es solo el inicio, mientras está investigando en la universidad, Sei escucha un ruido que nadie más oye y corre hacia el lugar para descubrir a un par de ladronzuelos que lo confunden con alguien llamado Rin. Huyendo al darse cuenta que más personas se acercaron, Sei sigue a los ladrones bastante perplejo y en el camino es confundido de nueva cuenta, ahora por una chica, quién, al darse cuenta que no es Rin, lo reconoce como Sei. Incrédulo, ella lo guía dentro de un club nocturno dónde en la barra encuentran a Rin, quién es idéntico a Sei y quién no parece sorprendido en lo más mínimo, es más, le explica a Sei que ambos son gemelos monocigóticos que nacieron con nueve meses de diferencia y revela que su existencia es desconocida para Neogenesis. Después de ese encuentro, Sei le notifica a su guardaespaldas que Rin es diferente a él ya que no reaccionó a ningún sonido agudo que Sei detonó. Es entonces que la chica que acompañó a Rin llega corriendo anunciando que Rin ha sido secuestrado después de haber sido confundido con Sei. Y como si las cosas no hubieran sido ya complicadas, la hermana menor de Moichi encuentra un periquito. 

lunes, 14 de marzo de 2022

Cheese in the trap

Hong Seol asiste a una adivina por diversión y termina recibiendo un consejo "ten cuidado con los hombres". Incrédula ante eso pregunta una explicación y la adivina le asegura que ve muy mala suerte, tan mala que incrementará si conoce al hombre incorrecto y la cual podría durar más de un año. Pensando que la adivina miente, Seol sigue con sus planes: regresar a la universidad luego de su año de ausencia, estudiar duro, obtener una beca estudiantil y salir con sus amigos Jang Bora y Kwon Euntaek, con quienes finalmente compartirá el mismo semestre. Lo que Seol no sabe es que la adivina tiene razón y un año después, Seol está completamente segura de que volverá a tomarse un descanso por dos razones: la primera de ellas es la excusa que le ha dado a todos: el elevado costo de la matricula de la universidad; la segunda de ellas es la verdadera razón: Yu Jung, un sunbae que parece ser perfecto ya que es inteligente, adinerado y guapo, pero de quién Seol prefiere mantener distancia porque siente aversión hacia él ya que está convencida de que todos los eventos desafortunados en su vida universitaria durante todo ese año han sido causados por él. Conociéndolo durante una fiesta de bienvenida un año antes, Seol siente que Jung frunce el ceño cuando ella voltea a verlo y aunque al principio piensa que está viendo moros con trinchetes, se convence de que Jung no le tiene buena voluntad cuando lo escucha decir por teléfono que, de las personas que estaban en la reunión, "algunas son patéticas".  Así pues, Seol mantiene su resolución hasta que una noticia se extiende por todo el campus, el documento que Jung entregó para ser calificado y obtener la beca se ha perdido y, por lo tanto, la persona que sigue para recibirla es ella. Debido a esto, Seol ya no tiene que dejar la universidad, sin embargo, todo le parece muy extraño y mientras trata de analizar la situación aparece Jung invitándola a comer a lo que ella acepta perpleja pues sus acciones contradicen a la forma en la que él la ha tratado durante todo un año. Lo que Seol no se imagina es que las cosas se van a complicar en cuanto conozca a Baek Inho, un muchacho bastante guapo y sospechoso que lo primero que hace es preguntarle sobre su relación con Jung. Y así, las desventuras de Seol continúan para su mala suerte.

viernes, 11 de marzo de 2022

The mentalist

Patrick Jane, un afamado psíquico que no es más que un estafador, es invitado a un programa de televisión dónde revela que está ayudando a la policía a perfilar a un asesino serial llamado Red John. Durante la plática menciona ante la audiencia una serie de características infravalorándolo, causando su ira. Al poco tiempo, Red John decide cobrarse la humillación y asesina a la esposa e hija pequeña de Patrick, dejando su característica carita feliz en la pared del cuarto. Causando no solo dolor y culpa en Patrick, sino también un deseo de venganza, éste decide empezar a cazar a Red John y para eso Patrick decide dejar atrás su teatro de falso psíquico. Años después, bajo el mando de la agente Teresa Lisbon, Patrick comienza a trabajar para el BIC (Buro de Inteligencia de California) como un consultor independiente prestando sus habilidades de percepción y observación para resolver casos mientras intenta dar con Red John.

martes, 8 de marzo de 2022

Manor Matters

Un día encontré a mi hermana jugando Manor Matters y, al verla muy entretenida, me llamó la atención así que también lo bajé. Eso fue en noviembre de 2020 y a la fecha, aunque ella ya lo abandonó, yo lo sigo jugando, quizá no de la forma más activa que podría, pero sí de una forma que me ha llevado a disfrutar mucho de las horas que le he invertido, que pueden no ser muchas, pero son satisfactorias. 

sábado, 5 de marzo de 2022

Keane

Keane es una banda inglesa que vio la luz en 1995. Sus primeros años son un misterio para mí porque los conocí hasta 2004 ya que canales de música como MTV y VH1 se la pasaban poniendo "Somewhere only we know", su primer sencillo. Debo decir la verdad, creo que es el único grupo del que conozco a los integrantes porque sí veía sus videos, sin embargo, al único que puedo mencionar con santo y seña es a Tom Chaplin, su vocalista, porque tuve un crush con él, lmao, mientras que para Tim Rice-Oxley y Richard Hughes todavía tengo que recordar cuáles son los instrumentos que tocan (teclado y batería respectivamente) y Jesse Quin todavía es un misterio para mí porque entró a la banda en 2007 y yo ni cuenta porque me quedé atrapada en Hopes and Fears durante muchos años porque me enamoré de ese disco desde el primer momento que escuché sus canciones. Por eso disculpen que la imagen que elegí para representar esta entrada solo sea del trío y no el cuarteto.